("The shock of the old" Technology and global history since 1900), 2006
David Edgerton
Ed. Crítica, 2007, pág. 336
Para empezar, nuevamente el título en castellano traiciona y distorsiona el original. Claro que nuestra obligación sin duda es investigar primero.
Como si no se publicaran una cantidad excesiva de libros en el mundo, continuamente aparecen títulos innecesarios. No solamente en el campo de la narrativa, ya que es evidente la cantidad ingente de mala literatura que circula, sino también en otras áreas que podrían considerarse más serias, como la ciencia, la filosofía, la historia, etc... supongo que lo que importa es que sean nuevos. Ya me imagino a ese editor que visita al científico o profesor y le insta a que escriba cualquier cosa, con el sólo argumento de su prestigio. El caso es que la máquina no pare.
La contraportada del libro nos habla de la excelencia del autor, pero el texto no aporta casi nada. La tesis que lo sustenta es el de demostrar que la tecnología más avanzada siempre convive con técnicas más antiguas. Dando la palabra a su autor
"Siempre será mucho más sencillo darles respuestas si dejamos de pensar en "tecnología" para pensar más bien en "cosas"... Tratamos el mundo de las cosas como adultos, y el de la tecnología como niños".
En general en el libro todo está tratado de forma superficial, hablando un poco de todo, pero sin profundizar en nada. De todas formas hay dos datos que me han llamado la atención:
1) la existencia de algo denominado como "inodoro volante" en Kenia -supongo que en barrios periféricos y achabolados de Nairobi-, donde no existe red sanitaria. Se trata de defecar en una bolsa de plástico, atarla, darle vueltas en el aire y lanzarla lo más lejos posible de dónde estés.
2) La existencia de esta práctica estrambótica no debe engañarnos sobre el tono del libro, que es bastante trágico y pesimista, como lo demuestra el capítulo dedicado a -Matar-. De todos es conocido el genocidio de Ruanda a golpes de machete. En 1994 se mataron a 500.000 tutsis, otros hablan de un millón a manos de los hutus. En una época en la que se hablaba de la "bomba de neutrones" (y esto es menos conocido) el gobierno hutu adquirió los machetes con anticipación; en 1993 importó un millón aproximado de esas armas, cuyo peso se situaría en las quinientas toneladas.
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