La mujer justa, S. Márai

"La mujer justa"

(Az igari) 1941 (y 1949)

Sándor Márai (1900-1989) Hungría
 
Ed. Salamandra 2008, 415 pág.
 
-narrativa hungara-

Como en la película "Rashomon" de Kurosawa; la misma historia vista desde diferentes personajes es un recurso exitoso. A pesar de ello, me ha costado terminar el libro.

Nuevamente una historia de amor a tres bandas. Enmarcada en las tensiones de la clase burguesa. El texto está dividido en tres partes, de los cuales los dos primeros, con los monólogos de la primera mujer y del marido, fueron publicados en 1941. La tercera parte con el discurso de la criada, data de 1949.
Esta distribución en el tiempo marca, sin duda, grandes diferencias. Ya que la parte de la criada después de transcurrida la guerra, y con la contienda de fondo, es mucho más densa y significativa. Aunque no salva la novela. Creo que la elección del monólogo como forma de expresión narrativa es un error. Son demasiado evidentes las incongruencias de una voz que está hablando, no pensando. Y tanto los comentarios de la mujer, como los de la criada, no me suenan reales.
Pienso que en conjunto no me interesa demasiado como argumento, el amor como motor vital y las descripciones de toda la parafernalia de la vida burguesa que son obsesivas y fetichistas.
Es una lástima que una de las cualidades de Márai, la ironía, no aparezca en sus novelas. Por lo menos en estas dos que he leído. Salvo en este pasaje, que destaco por lo excepcional y que transcurre antes de la guerra

"Decía la hija de la lavandera:'Estimada y bondadosa ilustre señora, mi madre no puede ir a lavar porque ha muerto' Y firmaba 'Atentamente, Ilonka'. Recuerdo la cara de la ilustre señora cuando leyó la tarjeta, frunció en ceño y empezó a menear la cabeza con aire de irritación. Pero no dijo nada. Y entonces yo di un paso al frente y me permitieron ocuparme de la colada hasta que encontrasen a otra lavandera, una que fuese una profesional y aún estuviera viva". (pág.290)

En los escritos autobiográficos del autor destaca su profunda ironía. Fruto del convencimiento de que somos unos títeres en manos del destino o del azar. Ese conocimiento da a la mirada de Sándor Márai una perspectiva de gran inteligencia. En estas dos obras de ficción que he comentado no he encontrado nada de ello. Los protagonistas pretenden controlar el mundo que les rodea, como si ello fuera posible y se ven enredados en unos conflictos de sentimientos y de clase que marcan su existencia como si apenas existiera nada más.
Resulta paradójico el gran empeño y dedicación del autor en construir una obra en lengua húngara, cuando dominaba, incluso más, otros idiomas con más difusión como el alemán y el húngaro tuvo que redescubrirlo. Dado que la mayoría de sus lectores lo leerán en traducciones y no podemos ni siquiera vislumbrar semejante esfuerzo y por otro lado no creo que pensara que su único público era el húngaro.
 

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