(Infinite Jest, 1999)
David Foster Wallace (USA, 1962-2008)
Ed. Mondadori 2008, 1208 pág.
-narrativa estadounidense-
Acaba de salir a la venta la obra póstuma de David F. Wallace "El rey pálido". Con considerables dudas sobre cuál hubiera sido realmente la novela de haber podido controlarla el autor. A pesar de mis reticencias, ya corría presurosa a comprarla, por el atractivo de ser una novedad. Sin embargo, se ha impuesto la cordura y me he convencido a mí misma del absurdo de comprar un nuevo texto de Wallace cuando todavía no he leído lo que se considera su obra magna: "La broma infinita".
He leído varios libros de Wallace, no todos. Me gusta bastante. Aunque tenía "La broma infinita" sus 1208 páginas resultan intimidantes. Por primera vez, esto lo escribo antes de abordar su lectura, para autoanimarme. En primer lugar he tenido de partir el libro en varios trozos para poderlo sostener con cierta comodidad, ya que el original pesa entre tres o cinco kilos (quizás exagero, pero pesa mucho y me duelen las manos). Me pregunto, si llegaré al final. Seguiré cuando termine...
Después de casi cien páginas... abandono. Si el total fueran doscientas lo terminaría. O si fuera más joven. Pero ahora no puedo dedicar tanto tiempo a libros que no me convencen. Y lo siento, porque Wallace me cae francamente bien y me gusta como escribe, pero he recordado algo que no había dicho en mis comentarios anteriores. Para mí, hay un Wallace que hace de comentarista y que mira y escribe y es el que me gusta. Sería el de "Algo supuestamente..." y el de "Hablemos de langostas" y después hay un Wallace que describe lo que tiene en su cabeza y que resulta altamente perturbador y al que comprendo y respeto, pero al que no puedo acompañar.
"La broma infinita" pertenece a su mundo personal, el que parece que está dentro de su cabeza. Es un mundo muy complejo y literariamente muy inteligente, pero también muy desasosegante. "La broma infinita" tengo la impresión que es "El guardián entre el centeno" + "Ulises" de Joyce. Me resultan tediosas todas las elucubraciones sobre las drogas/fumar/beber y las percepciones de un adolescente disociado de la realidad. El libro esta lleno de referencias que me siento incapaz de saber si son reales o inventadas y sorprende y maravilla el apéndice que acompaña el libro de doscientas páginas de notas y erratas.
En una ocasión hice un curso de "Neurociencia" y nos pusieron una cinta en la cual podían oírse los sonidos que supuestamente oyen los esquizofrénicos. Era aterrador. Pues con esta obra la sensación es parecida. La de meterse en la cabeza de una persona que no está bien y se obsesiona con los bichos y la droga y las relaciones familiares.
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| David Foster Wallace (USA, 1962-2008) |
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