Conversaciones con Billy Wilder (1999), Cameron Crowe

"Conversaciones con Billy Wilder"

(Conversations with Wilder, 1999)

Cameron Crowe

Alianza Ed. bolsillo, 2012, 456 pág.

-cine-


Billy Wilder (1906-2002  95a.) fue un director y guionista estadounidense de origen austríaco y judío, con una relevante carrera cinematográfica. Algunas de sus películas pertenecen a lo mejor de la historia del cine. (El crepúsculo de los dioses, Con faldas y a lo loco, El apartamento, etc.)
 
Cameron Crowe  (1957) es también un director, escritor y productor estadounidense (ahora con una carrera bastante apagada) (*), que se confiesa gran admirador de Wilder. Antes y después de la filmación de su película "Jerry Maguire" (1996) Crowe se puso en contacto con Wilder para hablar con él y de paso pedirle que actuara en su película. Le llevó incluso a Tom Cruise para convencerlo, ya que a Wilder le gustaba el actor, pero no quiso intervenir. Sin embargo, se empezó a dar forma a un proyecto de entrevistas en profundidad, imitando lo que ya había hecho Truffaut con Hitchcock.
 
Cuando en 1993, Fernando Trueba aceptó su Oscar a la mejor película extranjera por "Belle Époque" (1992) lo hizo con estas palabras -Me gustaría dar gracias a Dios, pero no creo en Dios, así que quiero dar las gracias a Billy Wilder-  Más de uno se quedó perplejo (que raros son estos extranjeros), primero, porque en Estados Unidos decir abiertamente que eres ateo resulta ofensivo y segundo, porque alabar de esa manera a Wilder, parece excesivo y más si se compara con Dios. Wilder vio la entrega desde su casa por televisión. Después habló con Trueba que fue a verle.
 
Billy Wilder forma parte de esa clase de directores americanos que por encima de todo han sido unos grandes artesanos, más que creadores. Preocupados por gastar bien el dinero de producción, por ajustarse a los tiempos establecidos de rodaje y por hacer una película dirigida al público. Gran parte de este tipo de directores acaba en un cierto olvido. Wilder ha tenido épocas de todo, de estar muy bien considerado y de estar un poco olvidado. Sin embargo, tiene su lugar asegurado en el Olimpo cinematográfico.
 
Cameron Crowe va a ver a Wilder a su despacho en Los Angeles. A pesar de tener más de noventa años, el director acude diariamente a su oficina, aunque no parece que tenga nada especial que hacer, ya que ni siquiera controla los derechos de sus películas. Contesta llamadas, atiende a la gente que viene. Parece que desea mantener una actividad profesional en un lugar que no sea su casa. Durante un tiempo prolongado, Crowe entrevista a Wilder con un magnetofón, van a comer, lo invita a su casa... de todo ello, sale un material que es este libro.
 
Son unas cuatrocientas páginas de entrevista, lo que da para bastante. Se repasa en profundidad todas sus películas, su relación con las estrellas de Hollywood, así como directores, guionistas, etc. y también su vida privada, con sus comienzos en Viena y Berlín, aunque de una forma más superficial.
 
Personalmente me interesa y admiro a Wilder. No creo que sea Dios, ni nada parecido. Frente a sus películas me siento algo incómoda porque no me gustan casi nunca (salvo Norma Desmond) sus personajes femeninos, me hacen sentir mal. Son engañosos, porque tienen fuerza y personalidad, pero acaban siendo algo en la mente de un hombre, más que algo en sí mismas. Por otro lado, hay también algo de desprecio en general por la gente.
 
La ironía y cinismo que gasta Wilder podría ser una coraza para una persona tímida y sensible, pero cuando ves que todos los comentarios que hace de todo el mundo son del tipo: era fantástico pero era súper tacaño (Cary Grant), que Jack Lemmon al que considera casi su actor perfecto lo consideraba incapaz de interpretar una escena íntima de sexo, de Peter Lorre, éramos amigos, pero era drogadicto, que Bogart era un asqueroso antisemita,  no puedes dejar de sentir su desprecio por la mayoría de la gente. Aunque nosotros como espectadores disfrutamos de esas pequeñas maldades. Del protagonista inglés de su Sherlock Holmes dice que era estupendo y que estaba casado con Maggie Smith y a continuación añade que nunca supo si era homosexual o no. De Marilyn Monroe habla bastante, porque es lo que espera el público y porque también él parece tener una fijación con el tema. Por un lado la deja mal y por otro queda como un ser especial. Quizá de dos o tres personas, no dice nada malo: Dean Martin, Audrey Hepburn. Básicamente lo que Wilder apreciaba de un actor era que fuera profesional, que llegara puntual y supiera su texto a la perfección, si además era divertido, mucho mejor.
 
El único reproche que se le puede hacer a la recopilación es que Cameron Crowe intenta colarse personalmente todo lo que puede, en sus comentarios y reflexiones, como si el cincuenta por ciento del libro fuera él (que lo es, pero no se puede comparar). Y por otro lado, que las preguntas son muy dispersas, sin estar agrupadas por temas o películas.
 
Resulta un complemento extraordinario de este libro, el documental de una hora "Billy Wilder, un hombre perfecto al 60%" (1982) del francés Michel Ciment. Donde Wilder prácticamente resume lo que dice el libro y dónde podemos verle en esos escenarios imaginados durante el libro: su despacho, su casa... Es evidente que a Wilder le entusiasma hablar de los viejos tiempos. Está de pie, no para de moverse y parece que diga ¿no me preguntas más?
(*) posdata
A pesar de que Cameron Crowe conoce la manía de Wilder por la puntualidad, siempre llega tarde a sus citas con el maestro (¿?). Me pregunto si aparte de ser una descortesía descomunal, Crowe no ha avanzado más en su carrera porque es incapaz de corregir aquellos fallos que el mismo reconoce que son evidentes.

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