"La muerte del padre"
(Min kamp, 2009)
Mi lucha: Tomo I
Karl Ove Knausgard
Ed. Anagrama 2012, 499 pág.
(Min kamp, 2009)
Mi lucha: Tomo I
Karl Ove Knausgard
Ed. Anagrama 2012, 499 pág.
Karl Ove nació en Noruega en 1968. Ahora tiene 45 años. Empezó a publicar en 1998 y siguió con tres novelas de relativo éxito. En 2009 y en teoría a consecuencia de la muerte de su padre se embarcó en un proyecto monumental de seis libros sobre su vida. Éste es el primero y lo que más sorprende es el título, igual que el de Hitler. No se sabe si como rentable provocación o algo más inocente. De momento, en esta primera entrega no hay nada que se refiera al dictador alemán o alusión alguna a los judíos, por lo que parece bastante gratuita e incita a una cierta animosidad contra el libro.
Es una narrativa que se incluye en lo que se conoce como autoficción, que viene a ser como una autobiografía novelada. El libro empieza de forma brillante, es cierto, con una larga reflexión sobre los muertos y donde los ponen, promete. Después, cuando la historia nos sumerge en la cotidianidad de un adolescente nos morimos de aburrimiento. A ver ¿el padre cuando se muere? Bien, en la mitad del libro. En ese momento ya hemos vuelto a una edad adulta y lo que pasa o piensa el personaje que es el narrador y que es el autor, parece más interesante y con más sustancia.
Alguien ha dicho que Karl Ove es aburrido y es verdad. Todos esos detalles mínimos e intrascendentes de la vida cotidiana, que además es imposible de recordar si haces una autobiografía, están ahí, de hecho, sin señalar nada, salvo su repetición angustiosa. Toda la autocomplacencia y narcisismo en hablar de uno mismo en primera persona, como alguien de alguna manera superior a los que le rodean, por mucho ejercicio de humildad que se practique, resulta antipático. Leer a cada dos páginas que Karl Ove se fuma un cigarrillo, es decir unas 250 veces, es pesado y no explica nada. Así como, tomar contacto con el problema de la bebida que tiene tintes genéticos, no de él, sino de todos los nórdicos. Los imposibles nombres propios que no sabes ni como se pronuncian... todo produce distancia.
Pero también es verdad que el libro te absorve, lo lees con interés refunfuñando. Porque su calidad es discutible (es muy desigual) y sinceridad cuestionable. Y por otro lado, lo terminas y no has conocido de verdad a nadie, ni siquiera al padre al que le dedica multitud de páginas de incomprensión. Pero de Karl Ove tampoco sabemos nada, por mucho que llore y limpie la casa familiar como Mister Proper.
No digo que el libro no esté bien escrito, que lo está. Con una prosa ágil y bien estructurada. Sino que la supuesta aproximación a los hechos es engañosa. Cuando nos situamos tan cerca de lo que pasa, como mirando por un microscopio tenemos una ilusión de realidad. Contar los pelos y señales de una situación nos nos la explica mejor. Hace falta distancia, perspectiva. Hay un momento, hacia el final del texto en el que Karl Ove habla de cuando iba a casa de sus abuelos de pequeño y él creía que era una acción agradable para todos, pero que en realidad sus abuelos lo vivían como una imposición. Ese sí que es un momento revelador. Pero es un momento aislado, todo lo demás está tan pegado a lo que pasa, tan poco contextualizado, que nos impide comprender (aunque lo veamos) nada.
No digo que el libro no esté bien escrito, que lo está. Con una prosa ágil y bien estructurada. Sino que la supuesta aproximación a los hechos es engañosa. Cuando nos situamos tan cerca de lo que pasa, como mirando por un microscopio tenemos una ilusión de realidad. Contar los pelos y señales de una situación nos nos la explica mejor. Hace falta distancia, perspectiva. Hay un momento, hacia el final del texto en el que Karl Ove habla de cuando iba a casa de sus abuelos de pequeño y él creía que era una acción agradable para todos, pero que en realidad sus abuelos lo vivían como una imposición. Ese sí que es un momento revelador. Pero es un momento aislado, todo lo demás está tan pegado a lo que pasa, tan poco contextualizado, que nos impide comprender (aunque lo veamos) nada.
Me pregunto si tanta dedicación por nuestra parte no se deberá a esa afición tan actual por los realities en los que simplemente se ve la vida pasar, la vida de los otros. Somos unos mirones.
El libro y las continuaciones han tenido, por lo visto, un éxito extraordinario, tanto en Noruega, como en otros países.
Karl Ove y el paso de los años |
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