Francisco Umbral
Ed. Planeta 173 pág.
Libro publicado después de la muerte del autor. Texto inédito escrito en 1985 y 1986.
Cualquiera podría pensar que se trata de algún tipo de confesión a su mujer, cuya publicación hacía necesario que el autor ya no estuviera en este mundo. Algo así como: ya sé que te he sido profundamente infiel, pero lo nuestro era otra cosa. O bien, ya sabes tú que todas esas infidelidades de papel siempre han sido ensoñaciones.
No hay nada de eso. Son como dos cartas escritas cuando Umbral tiene cincuenta y tres años. Una segunda juventud. Pero él habla como si tuviera setenta y la muerte se hallara muy cercana. No nos dice que esté enfermo, pero lo suyo es como una invalidez del alma y del cuerpo. Y todo se expresa con un lirismo profundo y alguna levedad que otra.
Habla con su mujer a través de esas cartas, aunque más que nada habla para sí mismo. Apenas información de María España o de su vida en común. Solo pinceladas, con la que uno puede si quiere construir un mundo. Es un divagar por el jardín, los veranos, la casa de verano, el profundo cansancio anímico del autor, el territorio límbico de la vida de su mujer que se mueve entre los pequeños quehaceres cotidianos y ataques de olvido frecuentes.
Por lo que conocía de Umbral pensaba que la relación con su mujer era de otra naturaleza. Más compleja. Pero él la plantea como (siento decirlo) si viviera con su madre o con su hija. Alguien que le aporta orden, cotidianidad, estabilidad, recuerdo de una infancia perdida, el ayer, el dolor conjunto, el sentimiento de ternura, solución de los pequeños problemas domésticos, posibilidades de desayunar, etc. y finalmente, y muy importante, alguien que estará con él cuando muera y se ocupará de todos los trámites, y le sobrevivirá.
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