Retratos, Truman Capote

" Retratos "

Truman Capote

Editorial Anagrama, compactos, 1995/2015, 165 págs.

El libro recoge semblanzas sobre gente conocida publicadas originalmente en diferentes revistas. Hay varios retratos largos y algunos muy cortos.

La más larga es la primera "El duque en sus dominios" (The Duque in His Domain, 1956) (56 págs.) que apareció en -The New Yorker- sobre Marlon Brando. Dicen que Brando se enfadó cuando la leyó. No es para menos. Y es que no había nada peor que caerle mal a alguien de naturaleza tan afilada. Capote no hace exactamente entrevistas, sino que se reúne con alguien y charla. Después destila una colección de impresiones que se caracterizan por grandes filias o fobias, sin que nada tenga demasiado sentido. Le caes bien o no.

Visita a Brando en Kyoto (Japón) mientras rueda "Sayonara" en su habitación del hotel. Cenan juntos. Brando ya es una estrella. Capote lo conoció años antes en los ensayos teatrales de "Un tranvía llamado Deseo".  Nos lo describe como una persona dispersa y absurda. Sobreactuada y pseudointelectual. En un ir de aquí para allí caótico mentalmente. En realidad Brando se comporta al cien por cien como lo que se espera de una gran estrella, casi un gurú. Pero Capote no empatiza con él y a todo le da una mala vuelta. Por ejemplo: Brando dice no leer novelas, sino ensayos y filosofía y está rodeado de libros de esa clase, pero Capote nos sugiere que ello en lugar de una virtud es algo sospechoso.

Los comentarios de Japón son de su momento, con la repulsión por el pescado crudo y cosas así. Para mí, el reportaje habla más del propio Capote que de otra cosa.

Luego viene el de Jane Bowles de 1966 (seis págs.) Como sea que Jane es amiga suya, pues todo muy bien, pero no hay más que haber leído la biografía de Jane para comprobar cuán oscuro podía resultar todo bajo esa aparente capa de espumante alegría. Yo pienso que se puede acabar creyendo que era tanto lo que se esperaba de ella, que no pudo soportar no estar a la altura de tanta expectativa.
El de Elizabeth Taylor y el de Marilyn Monroe son interesantes porque tienen una relativa extensión y la situaciones se prestan a entrever una parte de cómo eran.

Los demás son demasiado cortos y a veces centrados en momentos muy concretos que no permiten hacernos idea de casi nada.

Ya había leído este libro con sumo placer. Ahora no. Hay una malicia en Capote que no soporta demasiado bien el paso del tiempo. Son aquellas cosas que nos parecerán muy bien en la medida que estemos de acuerdo con él.

El tiempo ha pasado, algunas celebridades siguen teniendo su aura. Otros nombres ya se han perdido en el polvo del tiempo y ese brillo momentáneo *, glamour, fiestas, etc. de su momento ya no existe y todo parece muy banal. Pero eso, no lo sabía entonces Truman Capote.

(* Se maravilla que el escritor Somerset Maugham (fallecido en 1965) hacia el final de su vida ingrese en concepto de derechos de autor treinta y dos dólares por minuto. Como si hubiera llegado definitivamente a la cúspide de algo. Pero lo cierto es que se sube y se baja con la misma facilidad)

Comentarios