La muerte de Giordano Bruno (1548-1600)

estatua de Giordano Bruno en la misma plaza donde murió

Religioso italiano, filósofo, astrónomo y poeta, murió el 17 de febrero de 1600 en Roma en el Campo de 'Fiori/Campo de las Flores (lugar en el que ahora se erige una estatua -ver arriba-) quemado vivo en la hoguera, acusado de herejía obstinada y pertinaz.
 
Bruno fue un hombre sin duda muy inteligente y brillante, con ideas originales sobre el universo infinito y la multiplicidad de mundos, pero también fue un hombre problemático e imprudente. Chocó con la Iglesia en Italia y marchó nada menos que a Ginebra con Calvino, dónde entró en problemas y tuvo que huir. Estuvo también en las cortes y altas esferas de Francia, Inglaterra y Alemania y en todos los lugares creó controversias que podrían haber acabado con su vida. Finalmente regresó a Italia donde fue apresado y finalmente condenado. Si bien Burno fue un hombre extremadamente problemático, nada justifica su triste final. Y si una ejecución en la hoguera ya es de de por sí terrible, la de Bruno lo fue aún más.
 
"los reos eran conducidos en mulas, ya que no podían hacerlo por su propio pie. Algunos ya estaban muertos. Pero Bruno estaba vivo. Le habían ofrecido el tradicional desayuno de bizcochos de almendra mojados en vino de Marsala. Se había intentando por todos lo medios que Bruno se arrepintiera, se temía la repercusión de su caso en el extranjero y se desconocía el alcance de sus contactos externos. La hoguera se había preparado de forma terrorífica; pila de leños, carbón, astillas para encender fuego y diez carretadas de pez, con lo que se había confeccionado una camisa para que su vida se consumiera más lentamente y lo sentaron en una silla de hierro..."
 
Bruno no dijo nada, porque antes de dirigirse a la ejecución los carceleros trabaron su lengua con una cinta de cuero para que no pudiera hablar (1),  también se dice que fue aferrada a una prensa de madera para que no pudiese hablar (2)
 
Si ya toda la ejecución es de por sí espantosa, el hecho de impedirle hablar, sin duda por temor a sus palabras, convierte todo este final en un hecho de un dramatismo esencial.
 
1) "Giordano Bruno" Ingrid D. Rowland, Ed. Ariel 2010
2) M.A. Granada, introducción a "la Cena de las Cenizas" G. Bruno, Ed. Alianza, 1994

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