Manuel Cruz (Rodríguez)
(XVII Premio de Ensayo Miguel de Unamuno 2016)
Ed. Anagrama 2017, 223 págs.
No puedo obviar que al catedrático Manuel Cruz (Barcelona 1951) lo tuve de profesor de Filosofía de la Historia cuando fui a la universidad (aprox. año 2000). Tuve con él algunos enfrentamientos (no digo discursiones, porque la cosa era bastante breve) que me hicieron pensar que me suspendería, pero me aprobó. Decía algunas cosas cuestionables y sorprendentes:
(yo) —pero, si es "la verdad".
(el prof. Cruz) —la verdad solo sirve para decir groserías.
(el prof. Cruz) —la verdad solo sirve para decir groserías.
Siento por él bastante simpatía. Aparte de sus clases en la universidad ha publicado multitud de libros. Participa en política y en Cataluña mantiene una actitud crítica y beligerante con los independentistas, sin embargo, no se ha marchado de Barcelona como otros (p.e. Féliz de Azúa).
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El libro está divivido en varias partes aparentemente individuales y su temática algo difusa no parece de rabiosa actualidad, sin embargo, lo es.
Nos encontramos en un momento (histórico, ahistórico) en el que las narrativas han cambiado y los sucesos se explican de forma distinta, aparentemente de forma más auténtica, pero sometidos a una disolución sin posibilidad crítica.
Los relatos ya no son de los historiadores, sino de las víctimas, en la creencia falsa de que cuando uno está dentro lo ve mejor. La categorización del victimismo como eje en un colectivo que no admite matices, ni sombras.
La narración del futuro con la única opción del apocalipsis como escenario. La pérdida total de esperanza, de utopía, en un cambio posible y real de mejora, no ya de incremento de consumo, sino de buena vida. El paso de los opresores clásicos: padre, familia, trabajo... a la responsabilización total y personal en el individuo: si no triunfas es por tu culpa y serás un fracasado. O la "economía" como catalizador de todo lo que sucede o puede suceder.
Finaliza esta colección textos (quizá un poco retales para ser un libro) una reflexión sobre la "narración" de los partidos políticos. De cómo se expresan, comunican y la casi total falta de programas ideológicos o estrategias. Así como, la desfachatez de esgrimir continuamente de que ellos no pueden hacer nada porque es "el mercado (económico)" el que manda o poderes superiores (es decir, ¿para qué sirven entonces?) Todos ellos parecen guiarse exclusivamente por lo que suponen que el electorado desea, y giran hacia un lado u otro depende de cómo sople el viento. Espectáculo y emotividad es lo único que cuenta. Movilizaciones callejeras sin sustancia, salvo para convertirte en actor que representa una obra.
El profesor no lo dice, pero no estaría de más responsabilizar tambien a los medios de comunicación/media/periodistas que siguen el mismo esquema, sin critizar/analizar la situación. Últimamente tengo la sensación de que los periódicos están escritos por becarios que no cobran.
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| Manuel Cruz (Barcelona 1951) |
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