Roberto Bolaño
Ed. Anagrama 2002, 118 págs.
No parece que por el comentario anterior (2666) me haya entusiasmado Bolaño y de alguna manera es así: me ha gustado y no me ha gustado. Sin embargo, aprovecho el tirón de leerle como si toda su obra fuera un medio continuo, en el convencimiento de que cuando lo deje, lo haré para siempre.
Decía Bolaño que su verdadero territorio narrativo era la poesía, pero la poesía no da para vivir y menos si tienes dos niños.
Este librito que el autor confiesa escrito a lo largo de muchos años (aunque podría estar escrito en una tarde) está compuesto por cincuenta y cinco estampas. Es un fluir de la conciencia en un formato de texto poético libre y abstracto de bocetos impresionistas sobre percepciones fragmentarias de la realidad en lo que parece un desesperado intento de no desaparecer como persona o como escritor.
El lenguaje de los otros es ininteligible para mí. «Cansado después de muchos días sin dormir» ... «Una muchacha rubia bajó las escaleras» ... «Me llamo Roberto Bolaño» ... «Abrí los brazos» ... (pág. 22)
Los textos se encaminan hacia notas sueltas de un proyecto de relato policíaco o de película experimental (fundido en negro, la escena es un primer plano del tipo...)
Como el texto es breve no cuesta demasiado leerlo. Me digo que si le quitara los detalles (un poco forzados) de sexo, poco quedaría.
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